Experimentar el futuro en el presente podría parecer una paradoja sacada de la ciencia ficción, pero el reciente auge del Internet de las Cosas (IoT, por sus siglas en inglés) nos ha llevado a replantear esta idea. Las viejas generaciones que crecieron bajo el temor de un teléfono descolgado mientras el módem chirriaba al intentar conectarse, poco imaginaban el avance exponencial de las Telecomunicaciones que haría evolucionar nuestro modo de vida.
Y es que hoy día es difícil concebir un mundo sin Internet. Las costumbres sociales se revolucionaron cuando la gente tuvo disponibilidad a la Red desde cualquier punto geográfico y a cualquier hora, permitiéndole contactar amigos y familiares mediante un teclado virtual, consultar el reporte del clima desde la palma de la mano, atender un festival escolar a la distancia y calcular la mejor ruta de tráfico con simples comandos de voz. Fue cuestión de tiempo para que las bondades de la interconectividad no se limitaran a smartphones y tabletas, sino que llegaran también a los objetos cotidianos que nos rodean: Tu Vida Conectada.
Con un vasto número de dispositivos comunicándose entre sí de manera constante, las personas pueden interactuar con su entorno sin necesidad de moverse. Cada vez es más común el uso de pulseras que detectan la presión arterial, el pulso y la ubicación del Usuario mediante su GPS integrado; cepillos inteligentes que se conectan a una aplicación que registra las zonas dentales sin limpiar; refrigeradores capaces de avisar cuando un producto está caducado; calzado de atletas que envía señales de su rendimiento a través de la red; cámaras de video en el hogar que alertan de intrusos; sensores que regulan la calefacción y encienden la televisión, cafetera y microondas sin ninguna interacción humana.
Uno de ellos es el Kit de Casa Conectada, que consiste en una cámara de vigilancia, sensores de puertas y adaptadores para manipular a distancia electrodomésticos o lámparas conectados a la energía eléctrica. Otros son los localizadores para mascotas, maletas, bolsos y bicicletas; relojes inteligentes que facilitan la interacción de los niños con sus padres; dispositivos para cobrar con tu celular y un amplio ecosistema de accesorios IoT, como básculas que informan el índice de grasa corporal y ritmo cardiaco, purificadores de aire, robots aspiradores de alfombras y monitores de temperatura y humedad; todos, con conexión WiFi para encenderlos, apagarlos y programarlos vía remota desde una aplicación en tu smartphone.
Se prevé que, dentro de un par de años, la cantidad de dispositivos conectados en nuestro hogar se duplique o incluso se triplique. Se estima que una familia de cuatro miembros tenga alrededor de 50 dispositivos entre smartphones, tabletas, focos inteligentes, sensores, sistemas de sonido, computadoras, GPS de autos, smart tv, alarmas, cámaras de video, etc. Todos y cada uno interactuando a la vez a un ritmo acelerado, recibiendo órdenes y ejecutándolas al instante.
Para finales del 2020, se espera que México tenga 200 millones de dispositivos conectados, por lo cual, Telcel se está preparando con su GigaRed 4.5G para dar servicio a la amplia ola de telemetría que viene en camino. El futuro nos ha alcanzado.
